No conozco a Yolanda Delgado, pero en su blog http://creadoresmilitantes.blog
spot.com/2011/05/ ali-primera-la-cuarta-raiz.html crea un párrafo preciso refiriéndose al papel de Alí
en la construcción de la conciencia revolucionaria venezolana y viene bien
citarla en extenso:
Alí abrió la senda para la construcción de la conciencia revolucionaria
venezolana. Lo hizo con un léxico poderoso que hizo historia y memoria; logró
canalizar los sentimientos de un pueblo desconcertado para darle respuesta y
salida. Su canto acompañó la gesta del 27 de febrero tres años después de su
desaparición física, su palabra cantó el 4 de febrero y el 27 de noviembre,
canta cada vez que lo necesita la Patria, cada vez que peligra la decisión
popular, y se fusiona como el más eficaz instrumento de comunicación en cada
discurso del Comandante… Deben nacer nuevos hombres y mujeres capaces de
multiplicar esta premisa en permanente creación a partir de la raíz, la
identidad, la memoria y el compromiso. Esa debe ser la tarea cultural de la
revolución bolivariana. Para ello es indispensable reconocer que Alí es la
cuarta raíz de este árbol que hoy fortalece sus acciones y pasiones en debate
de base y tertulia, al margen de las burocracias, pese a los continuadores y
restauradores de oficio que sabotean la esperanza inaugurada por un proceso
participativo inédito, decidido a alcanzar la liberación definitiva…
Bolívar, Rodríguez y Zamora son las otras tres raíces
concientizadoras que considera Yolanda. Con esta clave inicial, emprendo el
análisis particular del pensamiento de Alí manifestado en su canto, en lo que
se refiere a su visión de la conciencia.
Ludovico
Silva y Alí Primera: Conciencia frente a ideología
Antes de adentrarme en el análisis de las canciones de
Alí, hago una anotación previa con la intención de poner en diálogo a Alí con
ciertas reflexiones de Ludovico Silva en torno al tema de la ideología y de la
conciencia. Y lo hago así, porque, según creo, Alí Primera se muestra muy
cercano a estos planteamientos.
En Ludovico Silva asistimos a un hondo debate al interno
del marxismo en torno al uso del término ideología. Ludovico, bien fundamentado en los
textos originarios de Marx, apuesta por reservar el término ideología para
indicar el ocultamiento de la realidad, distanciándose así del uso
althusseriano. Y en coherencia con esta perspectiva propone el término conciencia para referirse a la dimensión
reflexiva de la praxis social transformadora y liberadora.
Para Ludovico Silva es claro el concepto de conciencia
(de clase) en Marx. El de ideología
hace referencia casi siempre a la que introyecta el explotador en el obrero (Antimanual para uso de
marxistas, marxólogos y marxianos. Ludovico Silva. Monte Ávila
Editores Latinoamericana. Caracas 2008, pp. 87-66):
Si se usa rigurosamente el vocablo “ideología” denotará siempre un campo de
acción mental encargado de preservar los valores de la clase opresora; y es un
campo que actúa en la mente de los oprimidos como fuente irracional de lealtad
hacia el sistema de opresión. ¿Cómo denominar entonces… el campo de acción
mental de aquellos oprimidos que luchan conscientemente por liberarse de la opresión?
Creo que el mejor nombre fue el que le dio Marx: conciencia de clase. Dentro de
su manera dialéctica de observar la historia, había dos opuestos antagónicos
que él subrayó firmemente y que los manualistas han postergado: «ideología» y
«conciencia de clase».
Para Ludovico la tarea es crear conciencia. El arma del
pueblo es la conciencia, opuesta a la falsa
conciencia alienada (Silva, p. 91):
El arma
principal del proletariado no es hacerse una «ideología» revolucionaria por el
estilo de los socialismos utópicos; por el contrario, su arma fundamental es
adquirir conciencia de clase, una conciencia que sustituya a esa falsa
conciencia que es la ideología. De ahí que deba nutrirse de ciencia
revolucionaria y no de catecismos ideológicos. Marx oponía «conciencia de
clase» a «ideología».
Ludovico
desentraña la ideología en cuanto supone y justifica un sistema social de
dominación, y en cuanto tiene su sede individual en el inconsciente y
preconsciente (Silva, pp. 93-95):
La
ideología es un sistema de valores, creencias y representaciones que
autogeneran necesariamente las sociedades en cuya estructura haya relaciones
de explotación (es decir, todas las que se han dado en la historia) a fin
de justificar idealmente su propia estructura material de explotación,
consagrándola en la mente de los hombres como un orden «natural» e inevitable,
o, filosóficamente hablando, como una «nota esencial» o quidittas del
ser humano.
Tiene su
lugar individual de actuación en las zonas no conscientes del
psiquismo, entendidas desde el punto de vista de la dinámica psíquica: algunas
representaciones figuran en calidad de «represiones» profundas en la
inconsciencia, tal como figuran en el hombre de hoy muchas representaciones
inducidas en su mente, desde la infancia, por la televisión comercial; otras,
se alojan en la preconsciencia (en sentido freudiano), zona psíquica compuesta
de restos verbales y numéricos «olvidados» pero que pueden ascender a la
conciencia cada vez que ésta los requiera, como es el caso de la ideología
religiosa que habitualmente se tiene como algo «olvidado» en la mente, pero que
en horas difíciles o, simplemente, cuando alguna advertencia más o menos
refleja (la misa dominical, por ejemplo, o las charlas religiosas por la radio)
lo determina, reaparece en la conciencia como imperativo moral, como
tranquilizador de la conciencia. Es, pues, una falsa conciencia, apostada en la
mente para recordar cosas como que la miseria social es un «mal necesario»,
porque Dios no dispone mal las cosas y porque, en fin de cuentas, la pobreza es
santa y es más difícil hacer entrar a un rico en el reino de los cielos que a
un cable (sic) por el ojo de una
aguja.
En la misma línea, Alí Primera utiliza en sus canciones
el término conciencia y no el de ideología. No sé si se trata de una
casualidad, o más bien –y me inclino a pensar esto- sería un indicio de que el
debate venezolano dentro de la filosofía marxista no ortodoxa alcanzó a Alí y
éste tomó postura al lado de Ludovico, entre otros.
Por otra parte, conciencia
ha sido un término ambiguo pues ha sido utilizado por la filosofía
idealista, y por cierta literatura cristiana, por oposición a la filosofía
materialista. Tal vez por ello, o junto a ello, el marxismo tradicional
–ortodoxo o no- se mostró receloso ante este término. En un diccionario común puede encontrarse algo como esto:
El materialismo es una corriente filosófica que en
oposición al idealismo, resuelve un problema fundamental de la filosofía acerca de la relación
entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza, postulando que la
materia es lo primario y la conciencia y el pensamiento, son consecuencia de
ésta, a partir de un estado altamente organizado.
A pesar de estos antecedentes con
respecto al uso del término conciencia,
ni Ludovico ni Alí le tienen miedo a las falsas interpretaciones. Optan por
esclarecer el lenguaje: el uno, Ludovico, a través de rigurosos análisis; el
otro, Alí, a través de sus inspiradas canciones.
Alí lo dijo con claridad (Soy mosca y abeja, comunicado publicado
el 3 de mayo 1982):
La música, cuando se ponen a cabalgar en ella versos donde
el protagonista es el hombre hecho combate, cuando el amor que se nombra ya no
es tan solo el individual, el íntimo, sino el amor solidario por todos los
seres humanos, cuando el verso además de divertir proporciona elementos
reflexivos y concientizadores, cuando la canción cumple estas características,
repito, se convierte en un arma popular.
Conciencia en las canciones de Alí
La primera mención que hace Alí a la conciencia es en la
canción Esclavos de esclavos (1974):
“Problema de generación, no sé si lo planteo claro, pero para mí hay una de
dos, una es destruir al amo, y dos es tener un hijo esclavo. Esclavo, esclavo. Su problema de conciencia llévelo al
supermercado. Esclavo, esclavo”. En este
canto se utiliza el término conciencia en una línea subjetivista, como algo
particular, individual, que Alí confronta desde la realidad económica, desde la
más pura ortodoxia marxista. La conciencia es una creación subjetiva que se
diluye ante la realidad económica. Al ver la carestía de la vida, la conciencia
individual queda desplazada. En el supermercado se descubre la realidad de
esclavitud actual que vive el pueblo. Ya no queda otra: o se acepta la
esclavitud perpetua o se busca destruir al amo (ojo, no habla Alí de matarlo;
en la dialéctica amo y esclavo, la supresión del amo llevaría a su liberación).
Igualmente desplaza Alí el problema generacional, al modo
como suele presentarse al debate en el discurso de la modernidad, como
problema central de las sociedades, para situar la centralidad en el plano
socio-económico: el tener hijos esclavos es el verdadero problema de las
generaciones, y no su diferencia de edad
(en la portada de La patria es el hombre
-1977- comparte Alí una anécdota con el viejo Hermenegildo y se refiere a la
llamada brecha generacional como un autochantaje).
Sin embargo, no será éste el uso del término conciencia,
como falsa conciencia individual, el que predomina en Alí. Pronto se referirá a
la conciencia como despertar a la realidad de injusticia social, es decir, como
conciencia de clase, tal como lo propone
en su análisis Ludovico Silva.
En Tu palabra
(1974) comienza a cambiar de perspectiva. Ahora se refiere a los líderes. Pone
de relieve el rol protagónico de la palabra como despertadora de conciencia e
invita a los revolucionarios a lanzar la palabra con fuerza, como piedra que
instaure la conciencia en el pueblo; como sostén de su corazón herido y
debilitado a fuerza de explotación: “sostén con tu palabra / el corazón del
pueblo / para que no se caiga… Quien sea sensible / que lance la primera conciencia".
En orden cronológico, la tercera canción que menciona la
conciencia hace referencia al lagoCoquivacoa
(1976), al que describe así: “cuando en la rada se puso negro el lago /
estando azulito el cielo”; esta oscuridad se contrapone con su pasado más puro:
“¡qué molleja primo / tan cristalino que estaba el lago ayer!”. Percibe con
claridad la responsabilidad de la contaminación que no corresponde al pueblo
originario indígena: “no es el palafito lo que está matando / todo lo que hay
en él”. La responsabilidad recae en los hombres modernos: “que somos nosotros
los / que lo están matando, sí”. Y acuña unas frases inolvidables: “la
inocencia no mata al pueblo / pero tampoco lo salva / lo salvará su conciencia / y en eso me apuesto el alma”. A la
conciencia le otorga Alí un rol salvador. La salvación de la vida depende de
esta conciencia, de este modo de ver la realidad para comprometerse con ella. Y
esto con el más hondo sentido ecológico y de amor a la Madre Tierra.
En Zapatos de mi
conciencia (1977) se da la siguiente
mención. Se trata de la conciencia ante el pobre, conciencia para percibir la
realidad de pobreza y comprometerse con ella: “Al ver al viejo descalzo / quise
darle mis zapatos”. Pero da un salto, en el sentido de que la conciencia no se
queda en la mera sensibilidad ante la situación de pobreza individual, sino que
implica el análisis social y religioso
para hacer las debidas distinciones. El viejo le dice a Alí: "No hace
falta / lo que importa es tu conciencia
/ no es importante el ropaje / sino distinguir a fondo / los que van comiendo
dioses/ y defecando demonios". El viejo hace crecer la conciencia de Alí.
Los zapatos ausentes (prescindibles) en los pies del anciano, evocan los zapatos
(imprescindibles) que guían el caminar de vida de Alí: “Zapatos de mi
conciencia / mal que bien me van llevando”.
En Canción
Bolivariana (1980)Alí se refiere a
la conciencia bolivariana, inspirada en los valores del Padre Libertador.
Conciencia que quieren arrebatar al pueblo mediante el engaño. El “carajito”
-que así es como llama Bolívar al niño que dialoga con él- dice a Bolívar: “A
mi pueblo lo están dejando sin Bolívar”. Y aclara, ante las dudas: “Sin conciencia, Libertador, sin conciencia”.
En la Noche del
jabalí (1981) se refiere a la conciencia acerca de la realidad
latinoamericana. La conciencia es un disparo que libera. Refiriéndose a Haití
explica la situación de represión, masacres y resistencia popular: “¿Que
cuántos habitantes tiene? Los que le quedan después de tanta masacre”. De ahí,
el llamado final del canto es a la conciencia solidaria con este pueblo al que
han dejado solo en su lucha liberadora de la violenta y represora dictadura:
“Han luchado solos compañera hasta que
nuestra conciencia dispare en la lucha por liberar a Haití”.
Pero donde más claramente hace Alí uso del término
conciencia como categoría marxista es en la canción Con el martillo dando (1984) en
la que afirma con rotundidad: “cuando
hay conciencia de clase un largo trecho se está ganando”. “Con el martillo
dando y no dejarse dar” expresa lo que significa esta conciencia de
conflictividad y lucha socio-política. La conciencia de clase hace percibir con
claridad la división de la sociedad en clases y la lucha real entre los dueños
de las riquezas y las clases trabajadoras.