Alí Primera

Alí Primera

lunes, 23 de febrero de 2015

CONCIENCIA NACIONALISTA DE LA EXPLOTACIÓN PETROLERA

Orlando Araujo fue un venezolano que leyó con claridad la situación socio-económica de su momento. En su libro Venezuela violenta acuña estos subtítulos: “La miseria es nuestra, la riqueza es ajena”. “La gran riqueza ajena, nuestro señor el petróleo”.

Y escribía allí, con gran claridad de horizontes, en la década de los sesenta:
El petróleo constituye 87% de la inversión extranjera en el país, 93% del valor total de las exportaciones, 85% de las divisas que ingresan anualmente y las dos terceras partes de los ingresos fiscales ordinarios. Basta una disminución de las inversiones anuales de las compañías petroleras, o una baja en los precios del mercado internacional o una restricción de la demanda en el principal mercado comprador para que en el interior de Venezuela se genere y propague una onda depresiva cuya intensidad y duración dependen de la duración e intensidad del movimiento externo que la provocó.
En otras palabras, el destino de todo el país depende de la aventura económica de un producto y como ese producto es explotado por capitales extranjeros, fundamentalmente norteamericanos, está subordinado a sus decisiones.
Esta realidad es la clave de la situación venezolana y subyace en el fondo de nuestro drama político y social. Un país cuyo destino no le pertenece porque está en manos ajenas, un país enajenado, una prolongación periférica de otra economía más  poderosa, una sociedad con las contradicciones, frustraciones, miserias y odios una sociedad colonial. Una sociedad, también, para quien la violencia puede plantearse como alternativa válida, como liberación.

A esta realidad se refiere Alí Primera en sus cantos. Se llevan nuestro petróleo, mientras que nos dejan sudor y miserias. En Perdóneme tío Juan increpa: “es que usté no se ha paseado / por un campo petrolero / usté no ve que se llevan / lo que es de nuestra tierra / y sólo nos van dejando / miseria y sudor de obrero”. En Se está secando el pozo  señala con ironía que “el pobre forma ahora / parte activa en el progreso”. ¿Cómo? En metáfora que casi no lo es por lo apegada a lo real afirma que “el petróleo es derivado  de los huesos del obrero”. Esa misa idea aparece enLa guerra del petróleo en la que la sangre del pueblo se ha visto transformada en “petróleo para el yanqui”.

En Tierra sin culpa resalta de nuevo el hecho de la expoliación de las riquezas propias: “¿por qué no convertir / el petróleo que se llevan? ¿y el hierro que se llevan? / ¿quién alivia tus miserias? / tierra sin culpa Venezuela”.
La fábula de El bachaco fundillúo señala cómo otros se guardan la riqueza que produce el hormiguero. Con el bachaco novelero se refiere a Uslar Pietri que divulgó –en apuesta ideológica por un mayor trabajo del pueblo, sin análisis de las causas estructurales- aquello de “sembrar el petróleo”. Uslar Pietri era novelista, aparte de político conservador.  “Hay que sembrar el petróleo / dijo a la hormiguita un bachaco novelero pana burda de uno de los pocos / que se guardan la riqueza / que produce el hormiguero”.
Esto mismo se denuncia con ironía en Ahora que el petróleo es nuestro. La soberanía es una farsa, pues el petróleo es ajeno: “Viva la soberanía / que tal señor presidente / si se convierte en comía / nosotros lo trabajamos / nosotros lo refinamos / señores a esa comedia / la gracia yo no le veo / que nosotros trabajemos / y ellos con el mercadeo… ahora que el petróleo es nuestro / el vividor de la OPEP / sigue gozándole al pueblo / tiene cuadrada la arepa”.

Las consecuencias de la explotación del petróleo a beneficio de agentes extranjeros saltan a la vista: contaminación de las costas, grandes empresas que no dejen sino sufrimientos para el pueblo, almanaques (deshechos) que se usan para construir ranchos… La Creole Petroleum Corporation es mencionada críticamente en las canciones Ruperto (con su almanaque se construyó el rancho Ruperto) y Paraguaná (al viejo pescador / lo mandan a pescar lejos…).


jueves, 12 de febrero de 2015

CONCIENCIA COMO DESPERTAR

Conciencia como desvelamiento de la realidad, como despertar

Para Alí, esta conciencia pasa por diversas fases. Lo primero es la escucha, la atención a la realidad. En Mi Dios se lo cobre  (1974) dice: “Cuando el ruido del tan tan no deje escuchar el llanto del pobre, mi Dios se lo cobre”. Hay ruidos ideológicos que no dejan escuchar la realidad de explotación. Alí invita a la escucha atenta en su canción Quiero que me entiendan, quiero que me escuchen (1974): “… que mi canto no se pierda”, tras lo que va presentando la realidad de guerra, explotación y hambre.

La conciencia implica superar el engaño y la ignorancia a la que intentan someter al pueblo. El no-saber hace referencia a la ideología que oculta la realidad al pueblo, y que llega a negar la experiencia cotidiana. En Perdóneme tío Juan (1974)  se plasma un diálogo esclarecedor: “Perdóneme Tío Juan pero se ve que no sabe nada, las cosas que yo le digo se sienten en carne propia”. En Esclavo de esclavos (1974) se hace responsables del engaño a los medios de comunicación y a la sociedad capitalista de consumo, que intenta anular el pensamiento bajo capa de modernidad: “Bote el suyo compre el nuestro me refiero al pensamiento cómprese un televisor pa' que viva lo moderno”. Esta misma experiencia de engaño se recoge en La soga: “El pueblo no tiene culpa si lo engañan una vez”.  Alí invita a no dejarse engañar. En La Guerra del Petróleo  (1975)  pone alerta contra el engaño al pueblo colombo-venezolano: “A mí me daría dolor que nos matemos. Quieren engañar al pueblo de tu tierra y mi país, quieren esconder el hambre con la guerra”. Y en Dios se lo cobre  (1974)  denuncia el uso de la religión para el engaño: “somos semejantes, es decir, pareciera que lo somos, en la manera de rezarle a Dios, en la manera de engañar a Dios y en la forma de engañar con Dios”. En Canción panfletaria (1974) apunta al ocultamiento de la realidad con una imagen cotidiana: “dejan bajo ‘e la mesa el meollo del asunto”.

Frente a una supuesta conciencia ilustrada, plantea Alí con ironía la correcta relación entre teoría y práctica, y exige una reflexión sobre la plusvalía,  desde la escucha a la realidad popular y no desde discursos preconcebidos, ajenos a sus luchas. Afirma en Papito, escuchá: “¿cuál es la relación entra la teoría y la práctica? ¿Cuál es la relación entre el lujo y plusvalía?... escuchá, escuchá”.

El discernimiento que Alí hace en torno a la conciencia se expresa también en forma simbólica: conciencia como despertar, como desvelamiento de la realidad. En varias canciones aparece la imagen del despertar, por oposición al dormir, para señalar esta conciencia naciente del pueblo. En José Leonardo  (1974)  se pone en boca del pobre el discurso ideológico: “Durmiendo se sufre menos”. Pero no queda ahí. En El despertar de la Historia (1972) se abre la conciencia. Despierta la historia y despierta el soñador. Un tropel de caballos, la historia dormía y se despertó. Estirando los brazos abrió su boca de siglos. El que soñaba con flores, con aves, también despertó y miró. En esta canción se asocia al despertar el mirar, el descubrimiento de la realidad. En América latina obrera (1974) se habla de levantarse: “el yankee teme que tú levantes”; y en Canción mansa para un pueblo bravo (1976) se vuelve a tomar la imagen del despertar: “se abren los brazos del gran durmiente”. Es el símbolo del despertar del pueblo. Evocando la poesía y los poetas que han acompañado con su voz a la liberación de sus pueblos, recuerda en Cuando nombro la poesía que “no todos los domingos son para el descanso”. Así, puede decir en Paraguanera: “vamos andando, vamos despertando”.

En Canción Bolivariana  (1980) sigue ahondándose este recurso poético. Para Alí, el pueblo no es soberano sino encandilao. Lo encandilan con propaganda. Sin embargo, “Bolívar bolivariano no es un pensamiento muerto...  que si el pueblo está dormido nunca ganará la gloria”. Desde ahí invita a la acción concientizadora: “Tú te vas de pueblo en pueblo  a despertar a la gente que alcen más y más la frente para merecer la gloria”. Y propone una frase final esperanzada: “la Patria la están vendiendo con derroche y corrupción, pero los ojos del pueblo ya no los podrán tapar”. Frente a la ideología que adormece está la conciencia despierta.

En La noche del jabalí  se expresa este despertar del pueblo haitiano entre luces y flores en una mañana nueva: “Los patriotas haitianos andan con luces y colores en las manos / Y andan florecidos como la tierra regada por lloviznas y por cantos… Y entre todos hagamos la mañana que acabe para siempre con la noche del jabalí”.

La conciencia despierta implica activar la memoria histórica. Cuando en La soga se indica “al que te pegó sólo llévale la cuenta”, Alí invita a no olvidar, a tomar los elementos culturales y socio-históricos presentes en nuestras comunidades, como clave para re-encontrarnos con nosotros mismos, para  poder vencer a quienes nos han oprimido y explotado históricamente (Ver sobre este último canto Alí Primera: un hombre, una vida y una revolución. Juan Manuel Sivira, 2008, en http://www.aporrea.org/actualidad/a66445.html).

Conciencia nacionalista de la explotación petrolera


Orlando Araujo fue otro venezolano que leyó con claridad la situación socio-económica del momento. En su libro Venezuela violenta acuña estos subtítulos: “La miseria es nuestra, la riqueza es ajena”. “La gran riqueza ajena, nuestro señor el petróleo”.

Y escribía allí, con gran claridad de horizontes, en la década de los sesenta:
El petróleo constituye 87% de la inversión extranjera en el país, 93% del valor total de las exportaciones, 85% de las divisas que ingresan anualmente y las dos terceras partes de los ingresos fiscales ordinarios. Basta una disminución de las inversiones anuales de las compañías petroleras, o una baja en los precios del mercado internacional o una restricción de la demanda en el principal mercado comprador para que en el interior de Venezuela se genere y propague una onda depresiva cuya intensidad y duración dependen de la duración e intensidad del movimiento externo que la provocó.
En otras palabras, el destino de todo el país depende de la aventura económica de un producto y como ese producto es explotado por capitales extranjeros, fundamentalmente norteamericanos, está subordinado a sus decisiones.
Esta realidad es la clave de la situación venezolana y subyace en el fondo de nuestro drama político y social. Un país cuyo destino no le pertenece porque está en manos ajenas, un país enajenado, una prolongación periférica de otra economía más  poderosa, una sociedad con las contradicciones, frustraciones, miserias y odios una sociedad colonial. Una sociedad, también, para quien la violencia puede plantearse como alternativa válida, como liberación.

A esta realidad se refiere Alí Primera en sus cantos. Se llevan nuestro petróleo, mientras que nos dejan sudor y miserias. En Perdóneme tío Juan increpa: “es que usté no se ha paseado / por un campo petrolero / usté no ve que se llevan / lo que es de nuestra tierra / y sólo nos van dejando / miseria y sudor de obrero”. En Se está secando el pozo  señala con ironía que “el pobre forma ahora / parte activa en el progreso”. ¿Cómo? En metáfora que casi no lo es por lo apegada a lo real afirma que “el petróleo es derivado  de los huesos del obrero”. Esa misa idea aparece enLa guerra del petróleo en la que la sangre del pueblo se ha visto transformada en “petróleo para el yanqui”.

En Tierra sin culpa resalta de nuevo el hecho de la expoliación de las riquezas propias: “¿por qué no convertir / el petróleo que se llevan? ¿y el hierro que se llevan? / ¿quién alivia tus miserias? / tierra sin culpa Venezuela”.
La fábula de El bachaco fundillúo señala cómo otros se guardan la riqueza que produce el hormiguero. Con el bachaco novelero se refiere a Uslar Pietri que divulgó –en apuesta ideológica por un mayor trabajo del pueblo, sin análisis de las causas estructurales- aquello de “sembrar el petróleo”. Uslar Pietri era novelista, aparte de político conservador.  “Hay que sembrar el petróleo / dijo a la hormiguita un bachaco novelero pana burda de uno de los pocos / que se guardan la riqueza / que produce el hormiguero”.
Esto mismo se denuncia con ironía en Ahora que el petróleo es nuestro. La soberanía es una farsa, pues el petróleo es ajeno: “Viva la soberanía / que tal señor presidente / si se convierte en comía / nosotros lo trabajamos / nosotros lo refinamos / señores a esa comedia / la gracia yo no le veo / que nosotros trabajemos / y ellos con el mercadeo… ahora que el petróleo es nuestro / el vividor de la OPEP / sigue gozándole al pueblo / tiene cuadrada la arepa”.

Las consecuencias de la explotación del petróleo a beneficio de agentes extranjeros saltan a la vista: contaminación de las costas, grandes empresas que no dejen sino sufrimientos para el pueblo, almanaques (deshechos) que se usan para construir ranchos… La Creole PetroleumCorporation es mencionada críticamente en las canciones Ruperto (con su almanaque se construyó el rancho Ruperto) y Paraguaná (al viejo pescador / lo mandan a pescar lejos…).


lunes, 2 de febrero de 2015

CONCIENCIA EN LAS CANCIONES DE ALÍ


La primera mención que hace Alí a la conciencia es en la canción Esclavos de esclavos (1974): “Problema de generación, no sé si lo planteo claro, pero para mí hay una de dos, una es destruir al amo, y dos es tener un hijo esclavo. Esclavo, esclavo. Su problema de conciencia llévelo al supermercado. Esclavo, esclavo”.  En este canto se utiliza el término conciencia en una línea subjetivista, como algo particular, individual, que Alí confronta desde la realidad económica, desde la más pura ortodoxia marxista. La conciencia es una creación subjetiva que se diluye ante la realidad económica. Al ver la carestía de la vida, la conciencia individual queda desplazada. En el supermercado se descubre la realidad de esclavitud actual que vive el pueblo. Ya no queda otra: o se acepta la esclavitud perpetua o se busca destruir al amo (ojo, no habla Alí de matarlo; en la dialéctica amo y esclavo, la supresión del amo llevaría a su liberación). Igualmente desplaza Alí el problema generacional, al  modo  como suele presentarse al debate en el discurso de la modernidad, como problema central de las sociedades, para situar la centralidad en el plano socio-económico: el tener hijos esclavos es el verdadero problema de las generaciones, y  no su diferencia de edad (en la portada de La patria es el hombre -1977- comparte Alí una anécdota con el viejo Hermenegildo y se refiere a la llamada brecha generacional como un autochantaje).

Sin embargo, no será éste el uso del término conciencia, como falsa conciencia individual, el que predomina en Alí. Pronto se referirá a la conciencia como despertar a la realidad de injusticia social, es decir, como conciencia de clase, tal como lo propone  en su análisis Ludovico Silva.

En Tu palabra (1974) comienza a cambiar de perspectiva. Ahora se refiere a los líderes. Pone de relieve el rol protagónico de la palabra como despertadora de conciencia e invita a los revolucionarios a lanzar la palabra con fuerza, como piedra que instaure la conciencia en el pueblo; como sostén de su corazón herido y debilitado a fuerza de explotación: “sostén con tu palabra / el corazón del pueblo / para que no se caiga… Quien sea sensible / que lance la primera conciencia".

En orden cronológico, la tercera canción que menciona la conciencia hace referencia al lago Coquivacoa (1976), al que describe así: “cuando en la rada se puso negro el lago / estando azulito el cielo”; esta oscuridad se contrapone con su pasado más puro: “¡qué molleja primo / tan cristalino que estaba el lago ayer!”. Percibe con claridad la responsabilidad de la contaminación que no corresponde al pueblo originario indígena: “no es el palafito lo que está matando / todo lo que hay en él”. La responsabilidad recae en los hombres modernos: “que somos nosotros los / que lo están matando, sí”. Y acuña unas frases inolvidables: “la inocencia no mata al pueblo / pero tampoco lo salva / lo salvará su conciencia / y en eso me apuesto el alma”. A la conciencia le otorga Alí un rol salvador. La salvación de la vida depende de esta conciencia, de este modo de ver la realidad para comprometerse con ella. Y esto con el más hondo sentido ecológico y de amor a la Madre Tierra.

En Zapatos de mi conciencia  (1977)se da la siguiente mención. Se trata de la conciencia ante el pobre, conciencia para percibir la realidad de pobreza y comprometerse con ella: “Al ver al viejo descalzo / quise darle mis zapatos”. Pero da un salto, en el sentido de que la conciencia no se queda en la mera sensibilidad ante la situación de pobreza individual, sino que implica el análisis social  y religioso para hacer las debidas distinciones. El viejo le dice a Alí: "No hace falta / lo que importa es tu conciencia / no es importante el ropaje / sino distinguir a fondo / los que van comiendo dioses/ y defecando demonios". El viejo hace crecer la conciencia de Alí. Los zapatos ausentes (prescindibles) en los pies del anciano, evocan los zapatos (imprescindibles) que guían el caminar de vida de Alí: “Zapatos de mi conciencia / mal que bien me van llevando”.
En Canción Bolivariana  (1980) Alí se refiere a la conciencia bolivariana, inspirada en los valores del Padre Libertador. Conciencia que quieren arrebatar al pueblo mediante el engaño. El “carajito” -que así es como llama Bolívar al niño que dialoga con él- dice a Bolívar: “A mi pueblo lo están dejando sin Bolívar”. Y aclara, ante las dudas: “Sin conciencia, Libertador, sin conciencia”.
En la Noche del jabalí (1981) se refiere a la conciencia acerca de la realidad latinoamericana. La conciencia es un disparo que libera. Refiriéndose a Haití explica la situación de represión, masacres y resistencia popular: “¿Que cuántos habitantes tiene? Los que le quedan después de tanta masacre”. De ahí, el llamado final del canto es a la conciencia solidaria con este pueblo al que han dejado solo en su lucha liberadora de la violenta y represora dictadura: “Han luchado solos compañera hasta que nuestra conciencia dispare en la lucha por liberar a Haití”.

Pero donde más claramente hace Alí uso del término conciencia como categoría marxista es en la canción Con el martillo dando  (1984) en la que afirma con rotundidad: “cuando hay conciencia de clase un largo trecho se está ganando”. “Con el martillo dando y no dejarse dar” expresa lo que significa esta conciencia de conflictividad y lucha socio-política. La conciencia de clase hace percibir con claridad la división de la sociedad en clases y la lucha real entre los dueños de las riquezas y las clases trabajadoras.