Conciencia como desvelamiento de la realidad, como despertar
Para Alí, esta conciencia pasa por diversas fases. Lo primero es la
escucha, la atención a la realidad. En Mi Dios se lo cobre (1974) dice: “Cuando el ruido del tan tan
no deje escuchar el llanto
del pobre, mi Dios se lo cobre”. Hay
ruidos ideológicos que no dejan escuchar la realidad de explotación. Alí invita a la escucha atenta en su canción Quiero que me entiendan, quiero que me escuchen (1974): “… que mi
canto no se pierda”, tras lo que va presentando la realidad de guerra, explotación y hambre.
La conciencia implica superar el engaño y la ignorancia a la que intentan
someter al pueblo. El no-saber hace referencia a la ideología que oculta la
realidad al pueblo, y que llega a negar la experiencia cotidiana. En Perdóneme tío Juan (1974) se plasma un diálogo esclarecedor: “Perdóneme Tío Juan pero se ve que no sabe nada, las
cosas que yo le digo se sienten en carne propia”. En Esclavo de
esclavos (1974) se hace responsables del engaño a los medios de
comunicación y a la sociedad capitalista de consumo, que intenta anular el
pensamiento bajo capa de modernidad: “Bote el suyo compre el nuestro me refiero
al pensamiento cómprese un televisor pa' que viva lo moderno”. Esta misma experiencia de
engaño se recoge en La soga: “El pueblo no
tiene culpa si lo engañan una vez”. Alí invita a no dejarse engañar. En La Guerra del Petróleo (1975) pone alerta contra el engaño al pueblo
colombo-venezolano: “A mí me daría dolor que nos matemos. Quieren engañar al pueblo de tu tierra y mi
país, quieren esconder el hambre con la guerra”. Y en Dios se lo cobre (1974) denuncia el uso de la religión para
el engaño: “somos semejantes, es decir,
pareciera que lo somos, en la manera de rezarle a Dios, en la manera de engañar
a Dios y en la forma de engañar con Dios”. En Canción panfletaria (1974) apunta al
ocultamiento de la realidad con una imagen cotidiana: “dejan bajo ‘e la mesa el
meollo del asunto”.
Frente a una
supuesta conciencia ilustrada, plantea Alí con ironía la correcta relación
entre teoría y práctica, y exige una reflexión sobre la plusvalía, desde la escucha a la realidad popular y no
desde discursos preconcebidos, ajenos a sus luchas. Afirma en Papito, escuchá: “¿cuál es la relación entra la teoría y la práctica? ¿Cuál es
la relación entre el lujo y plusvalía?... escuchá, escuchá”.
El discernimiento que Alí hace en torno a la conciencia
se expresa también en forma simbólica: conciencia como despertar, como desvelamiento
de la realidad. En varias canciones aparece la imagen del despertar, por
oposición al dormir, para señalar esta conciencia naciente del pueblo. En José Leonardo (1974) se pone en boca del pobre el discurso
ideológico: “Durmiendo se sufre
menos”. Pero no queda ahí. En El despertar de la Historia (1972) se abre la conciencia.
Despierta la historia y despierta el soñador. Un tropel de caballos,
la historia dormía y se despertó. Estirando los brazos abrió su boca de
siglos. El que soñaba con flores, con aves, también despertó y miró. En esta
canción se asocia al despertar el mirar, el descubrimiento de la realidad. En América latina obrera (1974) se habla de
levantarse: “el yankee teme que tú levantes”; y en Canción mansa para un pueblo bravo (1976) se vuelve a tomar la
imagen del despertar: “se abren los brazos del gran durmiente”. Es el símbolo
del despertar del pueblo. Evocando la poesía y los poetas que han acompañado
con su voz a la liberación de sus pueblos, recuerda en Cuando nombro la poesía que “no todos los domingos son para el
descanso”. Así, puede decir en Paraguanera:
“vamos andando, vamos despertando”.
En Canción Bolivariana (1980) sigue ahondándose este recurso
poético. Para Alí, el pueblo no
es soberano sino encandilao. Lo encandilan con propaganda. Sin embargo, “Bolívar bolivariano no es un pensamiento muerto... que si el pueblo
está dormido nunca
ganará la gloria”. Desde ahí
invita a la acción concientizadora: “Tú te vas de pueblo en pueblo a despertar a la gente que alcen más y más la
frente para merecer la gloria”. Y propone una frase final esperanzada: “la
Patria la están vendiendo con derroche y corrupción, pero los ojos del pueblo
ya no los podrán tapar”. Frente a la ideología que adormece está la conciencia
despierta.
En La noche del
jabalí se expresa este despertar del
pueblo haitiano entre luces y flores en una mañana nueva: “Los patriotas
haitianos andan con luces y colores en las manos / Y andan florecidos como la
tierra regada por lloviznas y por cantos… Y entre todos hagamos la mañana que
acabe para siempre con la noche del jabalí”.
La conciencia despierta implica activar la memoria
histórica. Cuando en La soga se
indica “al que te pegó sólo llévale la cuenta”, Alí invita a no olvidar, a
tomar los elementos culturales y socio-históricos presentes en nuestras
comunidades, como clave para re-encontrarnos con nosotros mismos, para poder vencer a quienes nos han oprimido y
explotado históricamente (Ver sobre este último canto Alí Primera: un hombre, una vida y una revolución. Juan Manuel
Sivira, 2008, en http://www.aporrea.org/actualidad/a66445.html).
Conciencia
nacionalista de la explotación petrolera
Orlando Araujo
fue otro venezolano que leyó con claridad la situación socio-económica del
momento. En su libro Venezuela violenta
acuña estos subtítulos: “La miseria es nuestra, la riqueza es ajena”. “La gran
riqueza ajena, nuestro señor el petróleo”.
Y escribía
allí, con gran claridad de horizontes, en la década de los sesenta:
El petróleo constituye 87% de la inversión extranjera en
el país, 93% del valor total de las exportaciones, 85% de las divisas que
ingresan anualmente y las dos terceras partes de los ingresos fiscales
ordinarios. Basta una disminución de las inversiones anuales de las compañías
petroleras, o una baja en los precios del mercado internacional o una
restricción de la demanda en el principal mercado comprador para que en el
interior de Venezuela se genere y propague una onda depresiva cuya intensidad y
duración dependen de la duración e intensidad del movimiento externo que la
provocó.
En otras palabras, el destino de todo el país depende de
la aventura económica de un producto y como ese producto es explotado por
capitales extranjeros, fundamentalmente norteamericanos, está subordinado a sus
decisiones.
Esta realidad es la clave de la situación venezolana y
subyace en el fondo de nuestro drama político y social. Un país cuyo destino no
le pertenece porque está en manos ajenas, un país enajenado, una prolongación
periférica de otra economía más
poderosa, una sociedad con las contradicciones, frustraciones, miserias
y odios una sociedad colonial. Una sociedad, también, para quien la violencia
puede plantearse como alternativa válida, como liberación.
A esta realidad se refiere Alí Primera en sus cantos. Se
llevan nuestro petróleo, mientras que nos dejan sudor y miserias. En Perdóneme tío Juan increpa: “es que usté
no se ha paseado / por un campo petrolero / usté no ve que se llevan / lo que
es de nuestra tierra / y sólo nos van dejando / miseria y sudor de obrero”. En Se está secando el pozo señala con ironía que “el pobre forma ahora /
parte activa en el progreso”. ¿Cómo? En metáfora que casi no lo es por lo
apegada a lo real afirma que “el petróleo es derivado de los huesos del obrero”. Esa misa idea aparece
enLa guerra del petróleo en la que la sangre del pueblo se ha visto transformada en
“petróleo para el yanqui”.
En Tierra sin culpa resalta de nuevo el
hecho de la expoliación de las riquezas propias: “¿por qué no convertir / el
petróleo que se llevan? ¿y el hierro que se llevan? / ¿quién alivia tus
miserias? / tierra sin culpa Venezuela”.
La fábula de El bachaco fundillúo señala cómo otros
se guardan la riqueza que produce el hormiguero. Con el bachaco novelero se refiere a Uslar Pietri que divulgó –en
apuesta ideológica por un mayor trabajo del pueblo, sin análisis de las causas
estructurales- aquello de “sembrar el petróleo”. Uslar Pietri era novelista,
aparte de político conservador. “Hay que
sembrar el petróleo / dijo a la hormiguita un bachaco novelero pana burda de
uno de los pocos / que se guardan la riqueza / que produce el hormiguero”.
Esto mismo se
denuncia con ironía en Ahora que el
petróleo es nuestro. La soberanía es una farsa, pues el petróleo es ajeno:
“Viva la soberanía / que tal señor presidente / si se convierte en comía /
nosotros lo trabajamos / nosotros lo refinamos / señores a esa comedia / la
gracia yo no le veo / que nosotros trabajemos / y ellos con el mercadeo… ahora
que el petróleo es nuestro / el vividor de la OPEP / sigue gozándole al pueblo
/ tiene cuadrada la arepa”.
Las
consecuencias de la explotación del petróleo a beneficio de agentes extranjeros
saltan a la vista: contaminación de las costas, grandes empresas que no dejen
sino sufrimientos para el pueblo, almanaques (deshechos) que se usan para
construir ranchos… La Creole
PetroleumCorporation es mencionada críticamente en las canciones Ruperto (con su almanaque se construyó
el rancho Ruperto) y Paraguaná (al
viejo pescador / lo mandan a pescar lejos…).