Alí Primera

Alí Primera

jueves, 14 de mayo de 2015

CANTO Y RELIGIÓN LIBERADORA (2)

2. Tensión en la fe cristiana

Unas pocas referencias más a la religión institucional, familiar y vecinal, y revolucionaria. En varias canciones de Alí se muestra una tensión entre estos diversos estilos de fe cristiana: la que representan los curas “oficiales”; la popular, recibida de la familia; y la comprometida en la lucha revolucionaria. Vaya un testimonio biográfico fabulado(Tomado de: José Millet, Alí Primera Biografía Documentada y testimonial):
De seguro muchos se sorprenderán pero sí, me casé por la iglesia el 24 de junio, siete días después de la ceremonia por civil. Es que no soy enemigo de la iglesia de los pobres, que es la iglesia de Ernesto Cardenal, que es la Iglesia de la Madre Teresa de Calcuta o de la Madre María de San José o la Iglesia de Camilo Torres el cura guerrillero y de miles de sacerdotes que día a día luchan junto a los pobres del mundo. ¡Pero coño! ¿Cómo olvidar que la cúpula de la Iglesia católica siempre ha estado con quién detente el poder? La cúpula de la Iglesia católica, que en algunas partes le dicen "conferencia episcopal", siempre hermano, siempre está con los poderosos. "Como cristiano que entiendo el cristianismo como una práctica más allá de la misa, más allá de lo ritual, sostengo que la Iglesia ha sido sustentación y apoyo de las injusticias que comenzaron desde la colonia y se extendieron con la intromisión del capitalismo en nuestro pueblo y que han golpeado profundamente a ese mismo pueblo. Siempre al lado del poderoso ha estado la alta jerarquía de la Iglesia católica". Eso sí, te apuesto una vaina; si en Venezuela llega a instaurarse algún día un gobierno socialista, un gobierno progresista que se alíe con el pueblo pues hasta ese día tu vas a ver a la Iglesia católica de la mano con el gobierno, ahí la vas a ver seguro como enemiga del gobierno. Tú lo verás, tú lo verás.
Alí evoca a Mama Pancha, comadrona y rezandera, con su padre nuestro que rezaba por el campo, y que se lleva en los labios; y con los muertos (moríos) que va sumando en las cuentas del rosario, en sus novenarios, “ay que rosario tan largo”. Por contraposición está el cura de la religión oficial, que sólo viene a la capilla “cada finales de mes”.

Recordando a sus antepasados, sus viejos, evoca en Los que hacen falta a “los que a veces por comida tenían sólo el Padrenuestro”. Lo hace en un contexto de valoración de las raíces propias, con la historia de sufrimientos, luchas y esperanza. Ese sería para Alí el sentido de los rezos de sus viejos: mantenerlos en la esperanza.

En Abrebrecha hace cantar al pueblo “con su propio rezo, aunque un rosario de penas lleve colgando en su pecho”. Rezo y rosario son propios de la fe como la vive el pueblo. “Rosario de penas” y “rosario largo” de estas dos canciones remiten, en el uso coloquial de las expresiones, a la vida sufriente.

En La canción del tiple el sermón del señor cura es un sermón conservador que detiene los deseos libertarios. La fiesta religiosa de Reyes es vista como un engaño: los regalos de ese día no quitan el hambre. La iglesia y el campanario simbolizan la religión domesticada, que a lo sumo afirma el deseo de que se cumplan las promesas del gobierno, mediante rezos, pero que no transforma ni concientiza para la liberación.

Otra mención de iglesia resulta más entrañable. Aparece en Paraguaná en un símil que califica la historia que cuenta su viejo: “hermosa como iglesia chiquita”. El tamaño de ésta habrá que verlo como evocación sugerente de lo popular.

Y una mención más resulta en una bella imagen de alianza entre transformación social y religión. En Canción para acordarme “en la pared de una iglesia vi a Fidel en Sierra Maestra”. Evocando la infancia, recuerda alguna proyección en la que se utilizó la pared más adecuada para ello: la de una iglesia del pueblo (la de Las Piedras –según recuerda el poeta paraguanero Quero-).

Así puede apreciarse el fluctuar de sentidos en este elemento físico de la iglesia: puede simbolizar la religión conservadora y alienante, o bien su posibilidad de engranaje con los cambios sociales y de liberación popular.

La santidad también es vista con sentido crítico. En Canción bolivariana y Vístanse de fiesta, se distingue a Bolívar de los santos: “no es santo para prenderle una vela”.

En Mi Dios se lo cobre se hace denuncia fuerte del culto hipócrita y justificador de la explotación:
en la Iglesia / allí usted puede ver un hombre sentando en un banco con su nombre / después de pisar a otro hombre después de pisar mil hombres / queriendo lavar su alma / diciendo: Dios me perdone.
La misma crítica aguda se presenta en No basta rezar: “Reza el rico, reza el amo; y maltratan al peón”. Y en Zapatos se repite la denuncia de la hipocresía religiosa:
No es importante el ropaje/ sino distinguir a fondo/ los que van comiendo dioses/ y defecando demonios.
El “comer dioses”, en la tradición cristiana católica de la que proviene Alí, es probable que haga referencia en su crítica a la “comunión” del cuerpo de Cristo, cuando no produce obras de bien y de compromiso, sino maldad (igualada con el excremento humano). De la comunión también se habla en Un guarao. Al guarao se le concede el derecho a comulgar en una religión de sumisión y coloniaje.

En Trigo y molino aparece un mención indirecta a la Inquisición: hay “cazadores de brujas” actuales que atentan contra la dignidad del pueblo, como atentó en la Edad Media esta institución eclesiástica.

En El Coro triste de mi canción, mientras la Cruz de San Clemente muere de comején y pena, construyen el palacio arzobispal.
La Cruz de San Clemente, en la Plaza San Clemente, se refiere a la que se considera la cruz erigida por Juan de Ampíes, junto a la cual se celebró la primera misa después de la fundación de Coro. Fue colocada en la estructura actual durante la Presidencia de Juan Crisóstomo Falcón. Una inscripción en latín  data de 1707. La Cruz fue hecha de madera de cují, cuya dureza y resistencia hace posible su existencia hasta nuestros días.
En el canto se contraponen dos modos de ser iglesia: la iglesia simbolizada por la cruz de San Clemente, tradicional y popular, fuera del templo, abandonada y triste como la ciudad de Coro misma, con su miseria y su disimulo de trajes coloniales desfilando por las calles del centro; y la iglesia de los jerarcas, simbolizada por el palacio que se construyen los jefes, ajenos a la miseria de los pobres.

Esta misma contraposición se da en Hay que aligerar la carga: “Busca al cura de parroquia, no busques al  Cardenal”. Parece una canción destinada al líder revolucionario, aunque puede ampliarse su sentido a todo el pueblo cristiano. Al líder se le pide que se acerque al cura de parroquia, que dialogue con él, que compartan su sabiduría común sobre el camino largo y de lucha, que para caminar juntos deberán dejar prejuicios y posesiones (tanto los verdaderos revolucionarios como los verdaderos creyentes), que la misa debe cumplir una tarea de liberación y no de sometimiento ni alienación.
Dile que la lucha es larga / que hay que aligerar la carga / que la misa de domingo / con pueblo libre es mejor.
La sacristía, lugar destinado a guardar los “objetos sagrados”, podrá ser ahora lugar de encuentro del pueblo, lugar de lo cotidiano, sin separaciones entre sagrado-profano, o con la sacralidad absoluta de la vida misma: “Dile que en la sacristía haremos la reunión”. Y Dios será un Dios alegre, pues es Dios de liberación: “Dile que Dios no se arrecha / que él está contento con la revolución”.

“Enséñame el camino pues” es una frase conclusiva, abierta, insinuante del diálogo necesario. El cura podrá enseñar el camino al pueblo, transformando sus prácticas hacia una religión más de vida para todos; el revolucionario podrá enseñar al cura lo aprendido en sus propias luchas; el pueblo tendrá palabra que ofrecer: será pueblo caminando hacia la liberación. Este mismo diálogo se refleja en el “Dios te bendiga” de su vecina cuando sabe que Alí se hace comunista, experiencia narrada en la ya referida Canción para acordarme.

En Madre, déjame luchar, la tensión se da entre religión popular y lucha por la liberación. Pero esta tensión no significa oposición sin más, como tampoco la significaba la diferencia entre el cura de parroquia y el revolucionario de la canción anterior. Más bien, la lucha actual por los humildes se nutre de lo recibido de la madre como enseñanza. Se recibió el valor de la vida y de lo bello (“no matar las mariposas, no cortar las rosas”), y el valor del amor a los demás. Todo esto se inspira en la tradición cristiana, pero aún más: el cristianismo más radical, el cristianismo lleno de verdad del corazón (“si eres buena cristiana”, si eres cristiana de verdad) debe llevar a un paso más: a la lucha comprometida por los pobres.

Concluyo este segundo apartado con La canción de Luis Mariano, “tierna como las manos de mi abuela en su plegaria”.
La dedicatoria es a Luis Mariano Rivera Font, sucrense nacido en 1906. Fue un cantante, compositor, poeta y dramaturgo popular venezolano, aún vivo cuando Alí cantaba. Se caracterizó por sus hermosas melodías, poesías e interpretaciones dedicadas a la costumbre vital del hombre sencillo y llano, cargadas de un inmenso cariño por lo nuestro,  por el paisaje humano y popular.  Enalteció valores de la igualdad y la dignidad.
En este tema la canción popular se ha hecho plegaria. Son tiernas ambas: manos y guitarra, plegaria y canción. La ternura es un rasgo de la religión popular y la asocia Alí con la música, el verdor, la esperanza y la resistencia de las canciones de Luis Mariano.


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