Con el término pueblo
recoge Alí la unidad de las clases populares, en su sentido amplio, menos
restrictivo que el de otras latitudes, más en sintonía con la perspectiva de un
Mariátegui, por ejemplo. Pero, además de señalar la unidad, asigna Alí al
pueblo el protagonismo liberador. Parte del análisis de la realidad de
sometimiento, para indicar después el sentido de esperanza y la necesidad de la
lucha contra la explotación.
En Trigo y molino
(1977) parte de unos datos descriptivos. El pueblo está en situación de
sometimiento: “Me han dicho que el pueblo se encuentra indefenso”. Luego
aparece el mensaje de lucha y esperanza: “que si estás indefenso no será para
siempre”. En Canción bolivariana (1980)
desvela cómo “al pueblo tratan de
quitarle la
memoria”; y en Falconía (1984) presenta al pueblo “desmoronado en
su orgullo, mendigando salvación”.
Al pueblo le han impuesto cadenas pero no se deja
dominar. Las imágenes de potro desbocao y chivo montaraz bien lo expresan. En Tonada de un pueblo amaneciendo (1975): “Un
pueblo de nuestro mapa, un pueblo de nuestra sangre, que ayer nomás fue
guirnalda floreciendo libertad, hoy me le han puesto cadenas… En el sur de
nuestro mapa, a pesar de la oscurana hay un pueblo amaneciendo… La resistencia
de un pueblo es un potro desbocao'”. En Canción
Mansa Para un Pueblo Bravo (1976): “Vuelve
a tu canto de turpial, que el pueblo manso ya es montaraz”. En este pueblo vive
la esperanza de la liberación que se está construyendo. En Al pueblo lo que es de César
(1981) al pueblo le corresponde lo que ha sido César Rengifo:
“luz, canción, combate y tiempo, madreselva y frailejón, huella profunda sobre
esta tierra”. El pueblo deja huella y en él está la fuerza de la
transformación. Y en Mi pueblo me hace cantar
(1980) se señala así: “En mi pueblo la esperanza es como la
marea… con su húmeda huella… Mi pueblo cada día tiene mucho que dar”.
Las luchas liberadoras del pueblo se evocan y se convocan
en Canción para los valientes (1974): “Cántale al
pueblo, que se alza la llamará”; en Derecho
al derechito (1982): “El pueblo marchará unido a luchar por sus derechos”;
en Cuba es un
paraíso (1974): “el pueblo levantó sus
manos contra el tirano”; y en Tania (1972): “el pueblo tiene tu
olor, Tania, Tania, Tania, eres guerrilla y flor”. Sin mencionar las luchas
continentales ya reflejadas en el capítulo anterior, de las que podrían
mencionarse por su fuerza de grito: “Dale, salvadoreño” en El sombrero azul.
Lo que esta lucha tiene de conflicto histórico lo refiere
Alí en forma simbólica (1984): "Con
el martillo dando y no dejarse dar / con el martillo dando compañero /
hacernos respetar”. En la visión marxista de Alí no hay determinismo histórico,
como parece haberlo en cierto marxismo que se dice ortodoxo. Alí insiste, como
lo hicieran Engels y Marx en el Manifiesto
del partido comunista: “Proletarios del mundo, únanse…”, poniendo de
relieve en este llamado la necesaria acción de unidad para la transformación
revolucionaria. En esta canción citada dice con claridad: “la palabra cual
martillo se levanta, pero hoy nos dice la historia que sin acción no se
avanza”. Alí resalta la acción necesaria, junto a la que él llamó canción
necesaria. Simbólicamente, destaca en La
soga (1977) la necesidad de esta acción oportuna y urgente. “Jala, que ya pasa el tiempo malo y
como en el dominó los mirones son de palo”. No se aceptan mirones. Ya es el
tiempo, y no es hora de quedarse al margen o con indiferencia. Es la hora de
las luchas populares y de la unidad.
Para
expresar la acción del pueblo, es justamente la propia palabra lucha la que se lleva el privilegio
(sobretodo nótese en los cantos del 72 al 77). Ya desde los primeros tiempos en
Estrella Roja aparecen la lucha y la
unidad: “Luchamos siempre por la memoria. Con alegría alza los puños, que viva
la amistad de los patriotas que están luchando, forjemos la unidad”. Y en Dispersos (1974) se pide analizar las razones de “las luchas dispersas” y se arenga: “la
Patria lo reclama la lucha es de todo el que la quiera liberada…por qué no
unirnos y luchamos como hermanos… ¿por qué nos empeñamos en aislar nuestras
luchas?... las luchas que nos deben llevar a la victoria final”. En La Guerra del Petróleo (1975) y en Hay que Aligerar la Carga (1972) también se convoca a la lucha, con
la conciencia de que es dura pero con la esperanza en la victoria: “Ven amigo
colombiano, vamos juntos a luchar… por segunda independencia vamos juntos a
luchar”; “Dale la mano al obrero, dile que la lucha es larga… va a haber que
luchar… con la lucha nomás la miseria se va, con la lucha no más es que el yanqui
se va”. En Perdóneme tío Juan (1974)se convoca a
pelear por lo nuestro: “¡vamos a pelear carajo! o nos quedamos sin cerro”. En Tu palabra se resalta lo largo de la lucha y se pide aguante,
resistencia: “porque la lucha es larga, para que no se caiga”. Hasta el
recuerdo de su mamá está vinculado a la lucha. A ella le pide: Madre, déjame luchar (1974). Esta lucha
la eleva incluso a otras latitudes, incorporando las luchas del negro en
Norteamérica. En Humanidad (1976) la
evoca así: “El negro en el norte… luchando por su libertad… luchando por su
igualdad”. Al final de la década, en el recitado
que acompaña a Canción Bolivariana
(1980), agrega: “Que si la lucha por
la libertad se dispersa, no habrá victoria popular en el combate”.
Hay un punto que queda para el debate, en lo relativo a
cómo entiende la lucha Alí, y tal vez este asunto ameritaría un análisis más
minucioso, considerando la coyuntura específica en que se compuso cada canción.
En una primera aproximación bien puede señalarse una cierta tensión entre la
simpatía que Alí muestra por la lucha armada en el continente y las
posibilidades de sostener este mismo camino en Venezuela, con una perspectiva
más poética, podría decirse (aunque no por ello idealizada), comunicacional y
concientizadora, desde su papel de cantor popular. Es posible que hubiera,
además, una cierta evolución en cómo entendió Alí la necesidad de la lucha en
Venezuela y que tuviera que ver con la
coyuntura histórica por la que fue pasando el país, e incluso el continente.
En algunas canciones habla de fusiles y otros símbolos de
la lucha armada como la montaña, o incluso se evocan las revoluciones y
movimientos armados de Cuba (Cuba es un
paraíso: 1974), Colombia (“se unieron el fusil y el evangelio
en las manos de Camilo” en Dispersos: 1974)
y Bolivia (Tania guerrillera: 1972;
Comandante amigo: 1974; El cantor de Bolivia: 1974). En Otra vez (1972) se escucha: “Nos vamos pa´la lucha lo
mismito que Bolívar pa´ser libres otra vez”; en Abrebrecha (1980): “Abrebrecha compañero… Hay que afinar el tiro,
es decir, la puntería”; en Abran la puerta (1982): “vayan buscando leña por si la lucha se enfría”, y con más
fuerza aún en La guerra del
petróleo (1975): “soldado vuelca el
fusil contra el oligarca”. Y en Solo para adultos:
“dime con qué color / puedo pintar la montaña
/ ¿para qué?, dime primero / pa´ esconder al guerrillero”. Aquí se hace
referencia al lugar de origen del Partido comunista en Venezuela y la guerrilla
de Lara: "¡Ah mundo los Humocaros! Argimiro Gabaldón / con su corazón y
brazos".
Llama la atención por el contraste la mención a la guerra
en La piel de mi
niña huele a caramelo (1976): “Si hay que hacer la guerra la
guerra se hará para ver los niños felices jugar, y a la gente vieja hablar de
la paz, que después la guerra estará demás”. Escribe Sivira, comentando esta
última canción:
Podemos inferir que, existe una diferencia sustancial entre “guerras justas” y guerras injustas,
diferencia que sólo podremos comprender cuando estemos libres de prejuicios y
ataduras mediáticas; las primeras son asumidas
por los pueblos con estirpe libertario, que prefieren ser barridos de la
faz de la tierra antes que regatear su libertad; en cambio, las segundas son
llevadas a cabo por “grandes potencias” -como la norteamericana- para envilecer
a los pueblos y poder saquear sus
recursos. Es pertinente dejar bien claro que las guerras –aun siendo justas-
constituyen para todo revolucionario sólo un medio para liberar a su
pueblo de los tiranos que lo oprimen y,
nunca un fin en sí mismo.
En algunas canciones, sobre todo
en las de los ochenta, precisa Alí el sentido de su canto y de su lucha. Indica
qué fusiles y guerras privilegia. Deja claro el acento que quiere poner en su
lucha. Se trata del fusil de poemas, de la lucha con canción, de la montaña y
el beso, de la transformación del mundo, que significa amor. El sentido amoroso de la lucha se muestra en El despertar de
la historia (1972): “¿Cuál es la
lucha, de los hombres, para lograr la paz? Busca, buscar, la lucha adentro por
transformar el mundo significa amor”. En Canción para acordarme
(1981), en inspirado tono, señala el sentido revolucionario de su
canto: “Y fui llenando con flores a mi fusil de poemas
y afiné la puntería del canto contra las bestias”. Y en Abran la puerta (1982) agrega: “Vámonos montaña arriba, pa’ darle
un beso al jardín que para siempre quedó en los ojos de Bolívar”. Y en una de sus canciones inéditas, Guatemala es corazón: “Guatemala es corazón que late de lado y lado / por un lado la canción y
por el otro el disparo / que certero va buscando que salga de nuevo el sol”.
Explica el mismo Sivira, comentando a Alí:
El Socialismo es
portador de una ventaja infinita, insoslayable que debemos contraponer frente
al capitalismo guerrerista y es que con el ascenso de este modelo de sociedad
desaparece todo vestigio de guerra,
puesto que las guerras, en todo el mundo, comenzaron en el mismo momento en que
unos hombres y unos pueblos comenzaron a oprimir, saquear y explotar a otros
hombres y a otros pueblos; y como en el Socialismo desaparece la explotación
del hombre por el hombre por antonomasia también desaparecen las guerras. Porque
una vez que el pueblo
logra liberarse, de las garras de esos tiranos, estas
guerras habrán agotado su curso.
En un conocido discurso de Alí se expresa con mayor
claridad su visión sobre el tema:
¡Debemos ser un guerrillero! ¡En el sentido de que estamos siempre
combatiendo con nuestra conciencia, y combatiendo por no dejarnos engañar, por
lo que nos dicen a través de la televisión: ¡esos coños son los propietarios de
esos medios! ¡y cuando la burguesía es propietaria de los medios: ¡nunca
hablará, a través de esos medios, a favor del pueblo, sino a favor de la alta
burguesía!
La canción La
guerra del petróleo se hace eco de estas denuncias a los medios cuando al
final recita: “’tan prensaos, los de la prensa están prensaos”. Llama la atención la
clarividencia sobre el papel de los medios de comunicación social, que cobra un
relieve actual inusitado a la luz de su participación nefasta en
acontecimientos nacionales (principalmente en torno al golpe de 2002, pero
también después y hasta el presente), latinoamericanos e internacionales.
Ludovico Silva, en la obra citada, apuntaba ya entonces una reflexión en este
mismo sentido (pp. 93-95):
El lugar social de actuación de la ideología, que en tiempos de
Marx lo formaban las instituciones sociales (como el Parlamento), la cultura
libresca, los templos, hoy lo forman, además y primordialmente, los llamados mass-media
o medios de comunicación de masas, los cuales inducen subliminalmente la
ideología en los individuos y, sobre todo, comercialmente, realizan una explotación
a fondo del psiquismo humano, una explotación específicamente ideológica que
consiste en poner al psiquismo al servicio inconsciente del sistema social de
vida.
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