La conciencia hace palpable la realidad de las clases
sociales en pugna, y la pertenencia a las clases populares de los sujetos
conscientes; por lo que a continuación revisaré el uso de clase que hace Alí.
Pero no puede hacerse esto al modo de la ortodoxia
marxista, de la que Alí se sintió libre. A la luz de sus cantos, ha podido
escribir el FIRAMR (Frente de Izquierda Revolucionaria Alberto Müller Rojas):
La toma de
conciencia de clase para sí, por ser un proceso dialéctico que se va generando
al fragor de la lucha de clases requiere de la luz de una teoría revolucionaria
que vaya dando respuestas y explicaciones coherentes y científicas que
correspondan a la idiosincracia de nuestros pueblos. Alí Primera comprendió con
clarividencia política, a lo mejor las experiencias vividas en el socialismo
real de la guerra fría contribuyeron algo en ello, que no se trataba de copiar
dogmáticamente patrones político-ideológicos foráneos, sino que de aplicar las
herramientas marxistas-leninistas de una forma creativa, que reflejaran
transparentemente las condiciones subjetivas y objetivas de la sociedad
venezolana, en particular y de América Latina en general.
Con esta clave podemos leer lo que escribe Alí al tenor
de sus letras y no de doctrinas. Ya se mencionó cómo en la canción Con el Martillo Dando (1984) hace explícito lo que en otras ha ido
describiendo: “cuando hay conciencia de clase un largo trecho se está ganando”.
Esta conciencia de clase se expresa en los sujetos de las clases populares, que
para Alí sonobreros, estudiantes, campesinos, pescadores y artesanos…. Pasa a
describir su condición social de explotados y los llama a implicarse en las
luchas liberadoras.
Los obreros aparecen con frecuencia, y desde sus
comienzos, en las canciones de Alí. Son descritos en la fábrica, en una vida de
miseria, sudores y sufrimientos, y con salario escaso. Desde ellos, desde sus
luchas, nace la vida nueva. El líder es invitado a tenderle la mano. En Hay que Aligerar
la Carga (1973) invita a la movilización política de un
liderazgo comprometido: “Busca al obrero en
la fábrica, dale la mano al obrero”. En Perdóneme tío Juan (1974) se hace patente su sufrimiento-sudor, y
su miseria. “Sólo nos van dejando miseria y sudor de obrero”. En Esquina Principal (1976), no sin humor, se hace referencia
al escaso salario del obrero: “sopla el viento en el bolsillo del hombre
trabajador”. En Techos de cartón (1972)
de nuevo es el obrero el sufriente: “Viene bajando el obrero casi arrastrando los pasos por el peso
del sufrir”.En Balada de José y
Carlos (1974) se mencionan “las manos callosas del obrero” en las que
reviven los que han muerto en la lucha. Y en América latina obrera (1974) se refiera a la unidad de los obreros latinoamericanos:
“viene a unirse con su hermano el obrero venezolano”. La relación del cantor con el obrero se hace personal, de
atención, escucha e interpelación mutua. En Canción Para Acordarme
(1981) refiere Alí un encuentro: “Me acuerdo del obrero que me
dijo no vendas tu canto que si lo vendes, me vendes que si lo vendes, te
vendes”.
Al igual que los obreros, son sujetos de las clases
populares los campesinos y pescadores. Vas
caminando sin huella (1973) describe al campesino: “Parece que te
estoy viendo, campesino de
mi pueblo, campesino de mi
pueblo te veo mover tus manos”, simbolizando
en este movimiento la acción transformadora que obra el pueblo concientizado. La
realidad de exclusión del pescador es descrita en Paraguaná (1974): “al viejo pescador lo mandan a pescar lejos”, y
en Coquivacoa “me parece que llora el
pescador allá en la orilla… sólo peces muertos hay”. En Vamos gente de mi tierra (1974) se presenta poéticamente la vida del
campesino en simplicidad y pobreza: “campesino que vives en tu rancho de
bahareque, aroma de leña verde tiene el fogón, aroma de lluvia y tierra en tu
corazón”. Y junto al campesino se cita al pescador: “te canto, pescador,que te
paras somnoliento frente al mar con la desesperanza en tu corazón, con el
rostro curtido por el agua, la lluvia el viento y el sol”. Ellos son considerados por Alí sujetos de la
transformación, a ellos les arenga: “¡vamos!, gente de mi tierra”. En Flora y Ceferino (1977) resuena la pregunta apremiante:
“¿por qué mueren tan temprano los campesinos de mi país?”. Desde esta realidad
de exclusión, Alí llama al campesino a involucrarse de lleno y conscientemente
en la transformación social.
Sobre los niños
trabajadores, obreros y campesinos, un par de veces se pronuncia Alí. Los pies de mi niña huelen a caramelo (1974) hace referencia a los niños obreros del
pueblo, “con sus niños viejos, sus niños obreros, sin un solo mango sin un
caramelo”. Al decir de Sivira (art. citado): “Nos muestra con todo rigor la esencia inhumana
de la sociedad capitalista, cuando compele y arroja a sus infantes asumir el trabajo a
destiempo para poder sobrevivir; matan al niño
obligándolo a ser “hombre”, que es matar al propio hombre, por
adelantado”. Y en Humanidad
(1976) añade: “Pobre del
niñito campesino que aun siendo
niño tiene que ser hombre para trabajar”.Expresiones que evocan el sentido
poema del niño yuntero de Miguel
Hernández.
Los estudiantes
son mencionados en cuanto perseguidos y asesinados por la policía. En Otra vez
(1972) recuerda: “mata la policía a los estudiantes, otra vez”.
Desde esta realidad, son llamados a incorporarse, junto a los obreros, a las
luchas liberadoras. En Vamos gente de mi
tierra (1974) también los increpa:
“estudiante que llevas en el pecho un gran corazón, tu Patria Venezuela espera
mucho de tu tesón, busca a la clase obrera y haz con ella la Revolución”. En Balada de José y Carlos (1974) se hace
ver que los mártires viven en el pueblo y “viven en el corazón del estudiante
que vibra por la Patria”.
El trío
campesino, obrero y estudiante aparece en Basta
de hipocresía (1974): “Campesino, por tu propia tierra; obrero, por tu
propia fabrica; estudiante,
por tu propia idea, busquemos lo que ha de emancipar”. Este trío ya está presente desde Estrella Roja, canción inédita de Alí y
una de las primeras que cantara en el seno del partido comunista. En ella dice: “Siempre
adelante el estudiante con el obrero va, y el campesino, por el camino hacia la
libertad”. Una década después, en Con el
martillo dando (1984),Alí refuerza
su mensaje de unidad popular, agregando a los artesanos: “yo le canto al campesino,
al obrero y artesano, no se puede ser amigo sin saber darse la mano”. Y en La Patria Buena se invoca la unidad del
poeta, labriego, artesano, pescador, marinero, obrero, estudiante, que son
gente y pueblo, chiripero. Con estos términos se señala un amplio espectro de
la unidad popular.
Junto a esta mención de obreros-artesanos, estudiantes y
campesinos-pescadores: pueblo oprimido, frente por frente se encuentra la clase
de los opresores o explotadores. La terminología de clases:
oprimido-obrero-peón frente a explotador-patrón-amo es harto frecuente en Alí
sobre todo en sus canciones iniciales. Esta mención de
los sujetos sociales en pugna se presenta en algunas de sus canciones
explícitamente como clase, desde el análisis marxista de la sociedad. No son
muchas, pero son. Para Alí la nuestra es una sociedad dividida en clases, y así
se refiere a la clase obrera y también a la clase media. En la mencionada Vamos
Gente de mi Tierra (1974): “busca a la clase obreray haz con ella la
Revolución”. Y en Esquina Principal (1976): “y hasta el
(bolsillo) de la clase media ha comenzado a ladrar”.
La deshumanización del trabajo, la alienación, y el abuso
del patrón aparece en Techos de Cartón
(1972): “Qué alegres viven los perros casa del explotador... pero el patrón, hace años,
muchos años que está mordiendo al obrero”. Esta misma situación se refleja en En Yunta (1974): “por
decir patroncito es que existe el patrón… el que esclavizó a tu buey te sigue
quitando el pan”. La reproducción
del antagonismo de clases se muestra a las claras en Hay que Aligerar la Carga (1972): “Busca al obrero en la fábrica…
dile que la lucha es larga… Dile que lo que él produce engorda al explotador”. Las consecuencias económicas de la
explotación se refieren en Yo no sé
filosofar (1972): “Trabajar y
trabajar y no me alcanza ni pa´l sudor”. Y en Juanita la lavandera se refleja esta situación de trabajo explotado, ahora de la
mujer: “era venezolana / lavaba ropa de peón / que le trabajaba al amo / y
remendaba el calzón / del marido sin trabajo”. A eso se agrega el conflicto con
el patrón por la vivienda: “porque si nos quitan el barrancón / no tendremos
donde vivir”.
Así lo comenta el FIRAMR en el artículo ya citado:
El trabajo
asalariado y el capital emergen diáfanamente como la contradicción antagónica
entre el peón que vende su fuerza de trabajo y el que la compra, es decir el
capitalista, dueño de los medios de producción. Mientras en el mercado de
esclavos modernos el señor capitalista nos jura y perjura que con el trabajo
que nos da un favor nos hace, Alí Primera toma su guitarra y le contesta a su
modo: // Usted me perdona don / yo no sé filosofar / pero lo que sé me sobra /
me basta para pensar / que me tiene joroba’o / ya de tanto trabajar.
Asalariados
por un lado y dueños del capital por el otro, situación fáctica que divide
irremediablemente la sociedad en clases irreconciliables. La dominación del
capital ha creado en esta masa una situación común, intereses comunes. Así,
esta masa viene a ser ya una clase frente al capital, pero todavía no para sí
misma. Solamente al fragor de la lucha de clases es que el proletariado va
tomando conciencia de su fuerza y constituyéndose en clase para sí misma.
Por eso, en No bastar
rezar (1972) la posibilidad de la paz se asocia al fin de la explotación:
“en el mundo no habrá paz mientras haya explotación”.
Un par de referencias más a la explotación se encuentran
en Quiero que me entiendan, quiero que me
escuchen: “Para el que explota cada gota de sudor es una moneda / para el
que explota el hombre es un animal…”; en Tierra
sin culpa se refiere a la tierra venezolana no como subdesarrollada, sino
como super-explotada.
Pero la
preferencia de Alí para expresar la división social en Alí la tiene la oposición
entre ricos y pobres. En Dios se lo cobre (1974) se describe la condición del pobre, del que
no tiene pan: “Cuando el ruido del tan tan no deje escuchar el llanto del
pobre,cuando los que no tienen pan ya gritando están, mi Dios se lo cobre”. En Se está secando el pozo (1975)
vuelven a aparecer los pobres en un juego de ironía y humor trágico: “el
pobre forma ahora parte activa en el progreso, ahora sacarán petróleo derivado
de sus huesos”. En Canción panfletaria se contrapone: “que el que llena la barriga / se olvida del que no
come”. Y en Ruperto (1974) se muestra el
maltrato que sufren por parte de las autoridades policiales: “la policía
siempre es eficiente cuando se trata de los pobres”. En Otra vez
se describen los privilegios de los ricos: “El hijo de mi comai / se lo
llevaron pa´l cuartel / y el hijo e´ el amo e´ la hacienda / fue pa´ New York
otra vez”.
En Humanidad (1976)
se amplia el espectro de la pobreza al describir la realidad de los niños
pobres: “Pobre de, el niñito campesino, que aun siendo niño tiene que ser
hombre para trabajar… Pobre de, el niñito de la calle, que sonriendo su carita
pide una lochita para comer pan… Pobre de, los niñitos del Vietnam, que en
medio de la guerra viven aterrados sin poder jugar”.
El contraste social se hace más evidente en No Basta Rezar (1972). Se resalta el
maltrato y la hipocresía religiosa: “reza el rico, reza el amo y maltratan al
peón”. La mención del rico se hace con una inteligente fábula satírica en El Bachaco Fundillúo (1975): “Según La
Biblia, primero pasa un
camello por el ojo de una aguja que un rico entra al
cielo, de acuerdo,
pero los ricos te compran las agujas, te compran los camellos
y se olvidan de Jesús, las hormiguitas viven trabajando pero el que está
gozando es el bachaco fundillúo”.
Este conflicto social se refleja en la organización de
las ciudades, con sus calles principales bien arregladas y los barrios en la
miseria. Es claro el mensaje en El Coro
triste de mi canción (1976): “las calles del centro visten nuevos trajes
coloniales, mientras la miseria viste el mismo camisón de ayer”; en Esquina principal (1976): “el que sufre
es el del barrio, no el de la esquina principal”.
Frente a esta
realidad, la mirada de Alí es esperanzada. Con frecuencia se presenta en sus
cantos el futuro, la utopía de una sociedad sin clases. En Cuando las Águilas se Arrastren
(1972): “cuando no se hable por hablar, cuando no existan oprimidos
entonces, le cantaré a la paz”. Se ejemplariza esta utopía con la experiencia
cubana. Así como se habla de un trabajo
alienado y reproductor del modo de producción capitalista, así vislumbra
Alí otro modo de producción –socialista- en el que el trabajo no sea alienado.
En Cuba es un paraíso (1974) se intuye la realización incipiente de esta
sociedad utópica, expresada con el término paraíso:
“Allí se trabaja duro, pero el cubano está alegre. Ahora trabaja pa'l pueblo.
No trabaja pa'l señor”. Luego se refiere a la liberación del pueblo en lucha
contra el yugo explotador: “Cuando
el pueblo levantó sus manos contra el tirano, contra el yugo explotador”. Años
más tarde, en Canción Bolivariana (1980) expresará esta sociedad utópica
como historia re-hecha, hecha de nuevo: “que alcen más y más la frente para
merecer la gloria de hacer de nuevo la historia liberando al oprimido”.
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