Alí Primera

Alí Primera

miércoles, 11 de marzo de 2015

CONCIENCIA COMO PERSPECTIVA DE CLASE


La conciencia hace palpable la realidad de las clases sociales en pugna, y la pertenencia a las clases populares de los sujetos conscientes; por lo que a continuación revisaré el uso de clase que hace Alí.

Pero no puede hacerse esto al modo de la ortodoxia marxista, de la que Alí se sintió libre. A la luz de sus cantos, ha podido escribir el FIRAMR (Frente de Izquierda Revolucionaria Alberto Müller Rojas):
La toma de conciencia de clase para sí, por ser un proceso dialéctico que se va generando al fragor de la lucha de clases requiere de la luz de una teoría revolucionaria que vaya dando respuestas y explicaciones coherentes y científicas que correspondan a la idiosincracia de nuestros pueblos. Alí Primera comprendió con clarividencia política, a lo mejor las experiencias vividas en el socialismo real de la guerra fría contribuyeron algo en ello, que no se trataba de copiar dogmáticamente patrones político-ideológicos foráneos, sino que de aplicar las herramientas marxistas-leninistas de una forma creativa, que reflejaran transparentemente las condiciones subjetivas y objetivas de la sociedad venezolana, en particular y de América Latina en general.

Con esta clave podemos leer lo que escribe Alí al tenor de sus letras y no de doctrinas. Ya se mencionó cómo en la canción Con el Martillo Dando (1984)  hace explícito lo que en otras ha ido describiendo: “cuando hay conciencia de clase un largo trecho se está ganando”. Esta conciencia de clase se expresa en los sujetos de las clases populares, que para Alí sonobreros, estudiantes, campesinos, pescadores y artesanos…. Pasa a describir su condición social de explotados y los llama a implicarse en las luchas liberadoras.

Los obreros aparecen con frecuencia, y desde sus comienzos, en las canciones de Alí. Son descritos en la fábrica, en una vida de miseria, sudores y sufrimientos, y con salario escaso. Desde ellos, desde sus luchas, nace la vida nueva. El líder es invitado a tenderle la mano. En Hay que Aligerar la Carga  (1973)  invita a la movilización política de un liderazgo comprometido: “Busca al obrero en la fábrica, dale la mano al obrero”. En Perdóneme tío Juan  (1974)  se hace patente su sufrimiento-sudor, y su miseria. “Sólo nos van dejando miseria y sudor de obrero”. En Esquina Principal  (1976), no sin humor, se hace referencia al escaso salario del obrero: “sopla el viento en el bolsillo del hombre trabajador”. En Techos de cartón  (1972)  de nuevo es el obrero el sufriente: “Viene bajando el obrero casi arrastrando los pasos por el peso del sufrir”.En Balada de José y Carlos (1974) se mencionan “las manos callosas del obrero” en las que reviven los que han muerto en la lucha. Y en América latina obrera (1974) se refiera a la unidad de los obreros latinoamericanos: “viene a unirse con su hermano el obrero venezolano”. La relación del cantor con el obrero se hace personal, de atención, escucha e interpelación mutua. En Canción Para Acordarme  (1981) refiere Alí un encuentro: “Me acuerdo del obrero que me dijo no vendas tu canto que si lo vendes, me vendes que si lo vendes, te vendes”.

Al igual que los obreros, son sujetos de las clases populares los campesinos y pescadores. Vas caminando sin huella  (1973)  describe al campesino: “Parece que te estoy viendo, campesino de mi pueblo, campesino de mi pueblo te veo mover tus manos”, simbolizando en este movimiento la acción transformadora que obra el pueblo concientizado. La realidad de exclusión del pescador es descrita en Paraguaná (1974): “al viejo pescador lo mandan a pescar lejos”, y en Coquivacoa “me parece que llora el pescador allá en la orilla… sólo peces muertos hay”. En Vamos gente de mi tierra  (1974)  se presenta poéticamente la vida del campesino en simplicidad y pobreza: “campesino que vives en tu rancho de bahareque, aroma de leña verde tiene el fogón, aroma de lluvia y tierra en tu corazón”. Y junto al campesino se cita al pescador: “te canto, pescador,que te paras somnoliento frente al mar con la desesperanza en tu corazón, con el rostro curtido por el agua, la lluvia el viento y el sol”.  Ellos son considerados por Alí sujetos de la transformación, a ellos les arenga: “¡vamos!, gente de mi tierra”. En Flora y Ceferino  (1977) resuena la pregunta apremiante: “¿por qué mueren tan temprano los campesinos de mi país?”. Desde esta realidad de exclusión, Alí llama al campesino a involucrarse de lleno y conscientemente en la transformación social.

Sobre los niños trabajadores, obreros y campesinos, un par de veces se pronuncia Alí. Los pies de mi niña huelen a caramelo  (1974)  hace referencia a los niños obreros del pueblo, “con sus niños viejos, sus niños obreros, sin un solo mango sin un caramelo”. Al decir de Sivira (art. citado):  “Nos muestra con todo rigor la esencia   inhumana  de la sociedad capitalista, cuando compele   y arroja a sus infantes asumir el trabajo a destiempo para poder sobrevivir; matan al niño   obligándolo a ser “hombre”, que es matar al propio hombre, por adelantado”. Y en Humanidad  (1976)  añade: “Pobre del niñito campesino que aun siendo niño tiene que ser hombre para trabajar”.Expresiones que evocan el sentido poema del niño yuntero de Miguel Hernández.

Los estudiantes son mencionados en cuanto perseguidos y asesinados por la policía. En Otra vez  (1972) recuerda: “mata la policía a los estudiantes, otra vez”. Desde esta realidad, son llamados a incorporarse, junto a los obreros, a las luchas liberadoras. En Vamos gente de mi tierra  (1974) también los increpa: “estudiante que llevas en el pecho un gran corazón, tu Patria Venezuela espera mucho de tu tesón, busca a la clase obrera y haz con ella la Revolución”. En Balada de José y Carlos (1974) se hace ver que los mártires viven en el pueblo y “viven en el corazón del estudiante que vibra por la Patria”.

El trío campesino, obrero y estudiante aparece en Basta de hipocresía (1974): “Campesino, por tu propia tierra; obrero, por tu propia fabrica; estudiante, por tu propia idea, busquemos lo que ha de emancipar”. Este trío ya está presente desde Estrella Roja, canción inédita de Alí y una de las primeras que cantara en el seno del partido comunista.  En ella dice: “Siempre adelante el estudiante con el obrero va, y el campesino, por el camino hacia la libertad”. Una década después, en Con el martillo dando  (1984),Alí refuerza su mensaje de unidad popular, agregando a los artesanos: “yo le canto al campesino, al obrero y artesano, no se puede ser amigo sin saber darse la mano”. Y en La Patria Buena se invoca la unidad del poeta, labriego, artesano, pescador, marinero, obrero, estudiante, que son gente y pueblo, chiripero. Con estos términos se señala un amplio espectro de la unidad popular.

Junto a esta mención de obreros-artesanos, estudiantes y campesinos-pescadores: pueblo oprimido, frente por frente se encuentra la clase de los opresores o explotadores. La terminología de clases: oprimido-obrero-peón frente a explotador-patrón-amo es harto frecuente en Alí sobre todo en sus canciones iniciales. Esta mención de los sujetos sociales en pugna se presenta en algunas de sus canciones explícitamente como clase, desde el análisis marxista de la sociedad. No son muchas, pero son. Para Alí la nuestra es una sociedad dividida en clases, y así se refiere a la clase obrera y también a la clase media. En la mencionada Vamos Gente de mi Tierra (1974): “busca a la clase obreray haz con ella la Revolución”. Y en Esquina Principal  (1976): “y hasta el (bolsillo) de la clase media ha comenzado a ladrar”.

La deshumanización del trabajo, la alienación, y el abuso del patrón aparece en Techos de Cartón (1972): “Qué alegres viven los perros casa del explotador... pero el patrón, hace años, muchos años que está mordiendo al obrero”. Esta misma situación se refleja en En Yunta (1974): “por decir patroncito es que existe el patrón… el que esclavizó a tu buey te sigue quitando el pan”. La reproducción del antagonismo de clases se muestra a las claras en Hay que Aligerar la Carga (1972): “Busca al obrero en la fábrica… dile que la lucha es larga… Dile que lo que él produce engorda al explotador”. Las consecuencias económicas de la explotación se refieren en Yo no sé filosofar  (1972): “Trabajar y trabajar y no me alcanza ni pa´l sudor”.  Y en Juanita la lavandera se refleja esta situación de trabajo explotado, ahora de la mujer: “era venezolana / lavaba ropa de peón / que le trabajaba al amo / y remendaba el calzón / del marido sin trabajo”. A eso se agrega el conflicto con el patrón por la vivienda: “porque si nos quitan el barrancón / no tendremos donde vivir”.

Así lo comenta el FIRAMR en el artículo ya citado:
El trabajo asalariado y el capital emergen diáfanamente como la contradicción antagónica entre el peón que vende su fuerza de trabajo y el que la compra, es decir el capitalista, dueño de los medios de producción. Mientras en el mercado de esclavos modernos el señor capitalista nos jura y perjura que con el trabajo que nos da un favor nos hace, Alí Primera toma su guitarra y le contesta a su modo: // Usted me perdona don / yo no sé filosofar / pero lo que sé me sobra / me basta para pensar / que me tiene joroba’o / ya de tanto trabajar.
Asalariados por un lado y dueños del capital por el otro, situación fáctica que divide irremediablemente la sociedad en clases irreconciliables. La dominación del capital ha creado en esta masa una situación común, intereses comunes. Así, esta masa viene a ser ya una clase frente al capital, pero todavía no para sí misma. Solamente al fragor de la lucha de clases es que el proletariado va tomando conciencia de su fuerza y constituyéndose en clase para sí misma.

Por eso, en No bastar rezar (1972) la posibilidad de la paz se asocia al fin de la explotación: “en el mundo no habrá paz mientras haya explotación”.

Un par de referencias más a la explotación se encuentran en Quiero que me entiendan, quiero que me escuchen: “Para el que explota cada gota de sudor es una moneda / para el que explota el hombre es un animal…”; en Tierra sin culpa se refiere a la tierra venezolana no como subdesarrollada, sino como super-explotada.

Pero la preferencia de Alí para expresar la división social en Alí la tiene la oposición entre ricos y pobres. En Dios se lo cobre  (1974)  se describe la condición del pobre, del que no tiene pan: “Cuando el ruido del tan tan no deje escuchar el llanto del pobre,cuando los que no tienen pan ya gritando están, mi Dios se lo cobre”. En Se está secando el pozo  (1975)  vuelven a aparecer los pobres en un juego de ironía y humor trágico: “el pobre forma ahora parte activa en el progreso, ahora sacarán petróleo derivado de sus huesos”. En Canción panfletaria se contrapone: “que el que llena la barriga / se olvida del que no come”. Y en Ruperto (1974)  se muestra el maltrato que sufren por parte de las autoridades policiales: “la policía siempre es eficiente cuando se trata de los pobres”. En Otra vez se describen los privilegios de los ricos: “El hijo de mi comai / se lo llevaron pa´l cuartel / y el hijo e´ el amo e´ la hacienda / fue pa´ New York otra vez”.

En Humanidad (1976) se amplia el espectro de la pobreza al describir la realidad de los niños pobres: “Pobre de, el niñito campesino, que aun siendo niño tiene que ser hombre para trabajar… Pobre de, el niñito de la calle, que sonriendo su carita pide una lochita para comer pan… Pobre de, los niñitos del Vietnam, que en medio de la guerra viven aterrados sin poder jugar”.
El contraste social se hace más evidente en No Basta Rezar (1972). Se resalta el maltrato y la hipocresía religiosa: “reza el rico, reza el amo y maltratan al peón”. La mención del rico se hace con una inteligente fábula satírica en El Bachaco Fundillúo (1975): “Según La Biblia, primero pasa un camello por el ojo de una aguja que un rico entra al cielo, de acuerdo, pero los ricos te compran las agujas, te compran los camellos y se olvidan de Jesús, las hormiguitas viven trabajando pero el que está gozando es el bachaco fundillúo”.

Este conflicto social se refleja en la organización de las ciudades, con sus calles principales bien arregladas y los barrios en la miseria. Es claro el mensaje en El Coro triste de mi canción (1976): “las calles del centro visten nuevos trajes coloniales, mientras la miseria viste el mismo camisón de ayer”; en Esquina principal (1976): “el que sufre es el del barrio, no el de la esquina principal”.


Frente a esta realidad, la mirada de Alí es esperanzada. Con frecuencia se presenta en sus cantos el futuro, la utopía de una sociedad sin clases. En Cuando las Águilas se Arrastren  (1972): “cuando no se hable por hablar, cuando no existan oprimidos entonces, le cantaré a la paz”. Se ejemplariza esta utopía con la experiencia cubana. Así como se habla de un trabajo  alienado y reproductor del modo de producción capitalista, así vislumbra Alí otro modo de producción –socialista- en el que el trabajo no sea alienado. En Cuba es un paraíso (1974)  se intuye la realización incipiente de esta sociedad utópica, expresada con el término paraíso: “Allí se trabaja duro, pero el cubano está alegre. Ahora trabaja pa'l pueblo. No trabaja pa'l señor”. Luego se refiere a la liberación del pueblo en lucha contra el yugo explotador: “Cuando el pueblo levantó sus manos contra el tirano, contra el yugo explotador”. Años más tarde, en Canción Bolivariana  (1980) expresará esta sociedad utópica como historia re-hecha, hecha de nuevo: “que alcen más y más la frente para merecer la gloria de hacer de nuevo la historia liberando al oprimido”. 

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